lunes, 3 de noviembre de 2008

DE NUEVO EL LUNES...

¿Se muere siempre la semana en la tarde del domingo? Es obvio que las tardes de domingo hacen ver o sentir una pequeña ruptura en nuestra existencia, haciendo de la tarde, el tramo de tiempo que se dedica a una extraña espera para el encuentro con los sueños nocturnos que nos hacen llegar a la “dura” mañana del lunes, día por otra parte inevitablemente reprochado prácticamente por toda gente.
La pequeña ruptura es como una catástrofe que aunque se puede evitar semana tras semana utilizando o quizá ejercitando un poco la mente para hacer cosas, que puedan ayudar a pasar el tedio al cual se reduce las tardes de domingo, no se hacen. Un ejemplo es irse a tomar un buen vino y así activar el arte de la conversación en persona como antiguamente, pero creo que en los tiempos que corren esto es casi imposible, dado que se pasa ese tramo del fin dominical, frente a un televisor viendo como otros muy ricos y ahora ídolos corretean con una pelota en un rectángulo de hierba, haciendo así a la gran mayoría que sienta en la tarde del domingo la catástrofe inevitable de su vida.
No entiendo realmente por que llegados a este momento tan avanzado de la sociedad según nos cuentan, estamos en una situación de casi tristeza obligada para la tarde del domingo y de desgana, desasosiego o enfado en la mañana del lunes, teniendo en teoría un arsenal de recursos para estar mas alegres en esos momentos.
Insisto en la tesis de tomar en la tarde de los domingos una copa de vino en la taberna, en mi taberna, y sentirse más locuaz, dinámico y alegre, por tanto feliz, para afrontar “de nuevo el lunes” con un vigor y fortaleza que así se lo merece el segundo día de la semana dado que realmente el domingo es el día del Señor y por tanto primer día (para los cristianos).
Animo desde este pequeño texto a intentar alegrar las tardes de los domingos, brindando con una buena copa de vino.

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